lunes, 29 de septiembre de 2014

17/09/2014

Yo era la que te cogía la mano cuando caías. ¿Recuerdas? La que te dejaba su hombro para llorar y te secaba las lágrimas con su paño. La que, cuando estabas triste, te intentaba alegrar como si le fuera la vida en ello, pues tu tristeza era el peor de los castigos.

¿Alguna vez lo valoraste?

Yo sabía que no era la que ocupaba tus pensamientos ni la que acechaba tus sueños, pero siempre me negué a asumirlo.

Pero un día, entre hombros cansados y paños usados, te escapaste y mis brazos quedaron vacíos.

Lo más doloroso lo llevas tú, cariño, pues otra vez vuelves a correr tras lo que, una vez, tanto daño te hizo. Te queda saber que esta vez no te cogeré la mano cuando caigas.

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